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La incertidumbre persiste para António Costa: 13 meses tras su dimisión, la justicia de Portugal aún no resuelve su situación | Internacional | EL PAÍS

El 7 de noviembre de 2023, la residencia oficial del entonces primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, fue allanada por orden de la Fiscalía. Se hallaron 75.800 euros en efectivo ocultos en el despacho de su jefe de gabinete, Vítor Escária, y se confiscó documentación para indagar sobre posibles irregularidades en la aprobación de diversos proyectos empresariales, entre los cuales se encontraba un colosal centro de datos en Sines. Ese día se llevaron a cabo 42 registros y se detuvo a cinco personas, incluyendo a Escária y un cercano amigo de Costa, el abogado Diogo Lacerda Machado, en la conocida como Operación Influencer. Este escándalo causó un profundo impacto tanto a nivel nacional como internacional. Los fiscales que lideraban la operación tenían indicios de que podrían haberse cometido delitos de corrupción, tráfico de influencias y prevaricación.

Esa misma mañana, en un comunicado, la Fiscalía General de la República anunció que el Tribunal Supremo estaba investigando al propio primer ministro. António Costa tardó pocas horas en dimitir. Una imprevisible y gigantesca crisis política acababa de nacer, que llevó a unas elecciones anticipadas, la sustitución de los socialistas por una alianza conservadora en el Gobierno portugués y el refuerzo de la ultraderecha, que superó el millón de votos y conquistó 50 escaños. En el Parlamento resultante, la fragilidad del Ejecutivo permite a la oposición imponer muchas de sus medidas. El país vive desde entonces con la sensación de que puede haber nuevos comicios en cualquier momento.

Costa logró que el proceso judicial de su país no invalidase su candidatura para presidir el Consejo Europeo. El pasado 1 de diciembre tomó posesión de un cargo que ambicionaba desde hacía tiempo y al que pudo acceder gracias a su inesperada dimisión. Los intentos de sus adversarios de utilizar la investigación judicial en Portugal para frenarle la carrera europea no surtieron efecto. Es más, el nuevo primer ministro y su antiguo rival del centroderecha (Partido Social Demócrata), Luís Montenegro, arropó su candidatura.